Hablemos de Salud: Diferencia entre Virus y Bacterias

Primero que todo, debemos decir que tanto los virus como las bacterias son parte de la naturaleza. Cada uno cumple una función dentro de este esquema evolutivo que funciona a la perfección. Por años, el ser humano le ha tomado cierta distancia (y mucho miedo!) a estas palabras ya que han sido parte de importantes enfermedades, algunas mortales.

¿Pero qué son los virus y las bacterias?

Por un lado, las bacterias son organismos unicelulares que obtienen sus nutrientes del ambiente en el que viven. Pueden causar problemas bastante recurrentes como las caries, las infecciones de garganta o de oído, aunque muchas de ellas poseen una acción beneficiosa y, por ejemplo, contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo, ayudando a procesar y obtener los nutrientes de los alimentos e impidiendo que entren bacterias nocivas en su interior.

Por otra parte, los virus son más pequeños que las bacterias. No son células completas: sólo son material genético empaquetado dentro de una cubierta proteica. Necesitan otras estructuras celulares para reproducirse, lo que significa que no pueden sobrevivir por sí solos salvo que vivan dentro de otros organismos vivos como humanos, plantas o animales. 

Ok. Pero concentrémonos en sus diferencias… ¿Y si las listamos?

1- Tamaño: las bacterias son hasta 100 veces más grandes que los virus. Y eso teniendo en cuenta que en ambos casos son imperceptibles al ojo humano y sólo se detectan a través de un microscopio especial. Las bacterias pueden verse con un microscopio óptico, mientras que los virus sólo pueden detectarse mediante un microscopio electrónico, empleando una lente electromagnética.

2- Estructura: Los virus tienen una composición algo más simple formada por una partícula de genoma de ARN o ADN encerrada en una cubierta de proteína. En cambio, las bacterias presentan una estructura interior algo más compleja con una pared celular donde se localizan el citoplasma, los ribosomas y el genoma bacteriano (o sea, lo mismo que una célula!).

3- Reproducción: Las bacterias tienen la capacidad de crecer y reproducirse por sí mismas. Y de esas células resultantes pueden salir más divisiones. Los virus no tienen la capacidad de dividirse por sí mismo, se replican sin parar y atacan a otras células para transmitir su información genética. Hacen copias de sí mismo, pero en las células vivas de su huésped, al cual infectan y enferman.

4- Resistencia: Las bacterias cuentan con mecanismos que las vuelven muy resistentes. Por este motivo, a diferencia de los virus, son capaces de sobrevivir a temperaturas extremas y durante largos periodos de tiempo fuera de otros organismos. En el caso de los virus, en general, pueden sobrevivir durante horas e incluso días, sobre todo en superficies duras de acero inoxidable o plásticas, pero con el tiempo se vuelve menos infeccioso porque, sin poder replicarse, el virus se descompone con el tiempo.

5- Tratamiento: A nivel del protocolo de salud, es la mayor diferencia entre los virus y las bacterias. Los antibióticos no son eficaces contra los virus –no los mata- y además pueden suponer un grave riesgo para el paciente, ya que aparecen resistencias bacterianas. En tanto, para atacar a determinados virus se han desarrollado medicamentos antivirales. Si el origen de la enfermedad es bacteriano y se dispone de un antibiótico adecuado, el tratamiento es relativamente asequible y completando el esquema de tratamiento, se suele volver a un estado normal en pocos días o semanas. Si el origen de la enfermedad es viral, la situación se puede llegar a complicar –dependiendo del virus- porque no se dispone de un arsenal antiviral al mismo nivel, ni en cantidad ni en efectividad. En muchas ocasiones, el sistema inmunitario es el único aliado.

Por tanto, si queremos estar saludables, debemos estar con un sistema inmune óptimo y es por ello que es tan relevante nuestra alimentación. Si nos alimentamos de buena forma, con los alimentos que necesita nuestro cuerpo, entonces nuestro sistema inmune será capaz de combatir a cualquier patógeno que venga a desarticular la armonía de nuestro cuerpo humano.

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