Es urgente transformar la Industria Textil

Durante esta semana vivimos un nuevo día de cyber. Las compras se dispararon producto de las rebajas y los consumidores comenzaron a buscar las formas de gastar su dinero en productos que muchas veces no son necesarios. Lamentablemente muchos de ellos no son conscientes de lo que compran y mucho menos de los residuos que están generando. Rara vez han escuchado del origen de sus productos o peor aún, prefieren no saberlo.

Hace unas semanas recordamos la situación del Mar de Aral situado en la frontera entre Kazajistán y Uzbekistán, el cual durante siglos recibió las aguas de dos grandes ríos, el Amu Darya y el Syr Darya. Hoy este hermoso reservorio de agua se está extinguiendo producto principalmente del desvío de sus aguas hacia una explotación insostenible del algodón. Ese mismo algodón que termina en la ropa que vestimos diariamente.

Según un informe de EAE Business School, en los últimos 5 años el chileno ha aumentado en un 80% su consumo de ropa, pasando de 13 a 50 prendas nuevas anuales en promedio. Y es en este mismo período cuando nos informamos de botaderos gigantescos en el Desierto de Atacama en donde toneladas de ropa se desperdician diariamente producto de la tasa de recambio y a los niveles de producción que tienen las industrias motivadas por el fast fashion

Esta tendencia de producir ropa aceleradamente se ven reflejadas en importantes impactos ambientales que no solo se demuestran a través de los vertederos ilegales presentes en el desierto más seco del mundo o los grandes consumos de agua como los que secaron el Mar de Aral, sino que también en químicos que afectan nuestra salud y emisiones de CO2 que aceleran el Cambio Climático, transformando a la industria textil en una de las más contaminantes del planeta por sobre incluso la manufacturera, la energética, el transporte y la alimentaria.

Y ni hablar de los impactos sociales que se presentan para solventar esta demanda y poder cumplir con la guerra de precios que sostienen los grandes productores de textil. De acuerdo con la organización sin fines de lucro Remake, 75 millones de personas en el mundo trabajan haciendo las prendas que portamos, en donde el 80% la elaboran mujeres de entre 18 y 24 años, siendo uno de los casos emblemáticos Bangladesh en donde las trabajadoras textiles reciben cerca de 100 dólares mensuales y en varios países como Argentina, Brasil, China, India, Indonesia y Vietnam se ha encontrado evidencia que hay niños haciendo trabajos forzados para la industria textil según un reporte realizado por el Departamento del Trabajo de Estados Unidos.

¿Qué podemos hacer entonces como consumidores? Nosotros tenemos el poder de la demanda y esto motivará a la oferta a hacer los cambios que les exigimos. Si somos conscientes de lo que compramos, entonces el futuro sostenible y sustentable que tanto anhelamos es posible.

Tal como lo comentamos en publicaciones anteriores, debemos tener presente en nuestros hábitos de consumo el concepto de las 7R y sobre todo Reflexionar si realmente necesitamos lo que estamos comprando y Reparar lo que por algún motivo se nos estropeó. Ayudar a reflotar viejos oficios como el zapatero, el sastre, el zurcidor chino, el costurero; apoyar a artesanos locales que tejen sus chalecos, bufandas y gorros; recuperar viejas costumbres como las “herencias de ropa” que nos llegaban de hermanos o primos, como a su vez el intercambio de prendas de vestir que se hace entre amigos. 

Es importante a su vez divulgar y masificar emprendimientos relacionados a bajar la huella de la industria textil con ideas innovadoras que han cambiado la forma de “producir” ropa. Tal es el caso de Ecocitex, que convierte el desecho textil en hilados para volver a darle un uso, evitando que 10 toneladas de ropa mensuales termine en los vertederos. Como a su vez Ropantic que revaloriza la ropa usada para integrarla nuevamente en el concepto de ”moda”. O FabBRICK que se dedica a hacer ladrillos que funcionan como aislantes térmicos y acústicos hechos de ropa.

Es urgente cambiar el modelo de producción transformando los residuos textiles en materias primas y crear la tan ansiada economía circular. De nosotros depende que esto ocurra y es por ello que la próxima vez que te enfrentes a tu closet, piensa en el impacto que tus actos pueden ocasionar en el ecosistema… aquel en el que te desenvuelves y que hoy tiene el futuro en jaque gracias a acciones inconscientes causadas por solo una de las casi 8 millones de especies de animales que habita nuestro planeta.

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