Comer consciente cuidando el alimento

Hace tiempo se dice que las técnicas de producción actuales de alimento son imprescindibles para poder alimentar al planeta. Y se escudan en eso cuando protegen las prácticas anti-naturales que aún realiza la industria agrícola a través de la transgenia y el uso de pesticidas. Pero claramente esto no está funcionando ya que la ecuación no cuadra. La Organización de las Naciones Unidas estima que 1.300 millones de toneladas de alimentos terminan en la basura cada año y que cerca de 800 millones de personas (un poco más del 10% de los habitantes del planeta) ha sufrido hambre en el último año.

¿Qué estamos haciendo mal? Las estadísticas nos dicen que en un refrigerador lleno de alimentos se perderá el 30% de ellos debido a que se vencieron, se pudrieron o que se compró en exceso por impulsos dados por un sistema económico que lo motiva. De esta forma, el balance que se encuentra en un ecosistema saludable no se está dando a nivel humano. ¿Qué podemos hacer entonces si el planeta nos demuestra que tiene la capacidad de alimentarnos a todos?

Claramente debemos hacer las cosas diferentes. No debemos comprar demás cuando nos abastecemos de alimento ya que de esta forma le damos indicios a los productores que produzcan lo justo (a ellos tampoco les conviene producir más que su demanda) y, por otro lado, esto también nos favorece ya que comenzamos a consumir productos frescos y de temporada, lo que nos ayuda a nutrirnos con los ciclos de la naturaleza. Ideal por ejemplo tener los productos a la vista ya que así vamos monitoreando qué es lo que estamos consumiendo y nos obligamos a ir variando para recibir los nutrientes de todo tipo de alimentos.

Nosotros en casa comenzamos hace 8 años a cultivar nuestros alimentos. Transformamos nuestra nutrición a una basada en plantas y sin tener conocimiento alguno, pero con muchas ganas de aprovechar un espacio de tierra, nos fuimos adentrando en el mundo de las huertas orgánicas y la permacultura. Y es así como en esta temporada podemos alimentarnos con las lechugas, espinacas, cebollas, zanahorias, papas, alcachofas, brócolis, rúculas, entre tantas otras variedades, que están disponibles para ti siempre y cuando tengas las ganas de cultivarlas.

Hace tiempo que aprendimos a alimentarnos con las estaciones y conservar las cosechas de diversas formas para que perduren en el tiempo de la forma más natural posible. Es así como podemos, por ejemplo, consumir distintos tipos de frutas y verduras fuera de su estación gracias a diversas técnicas de conservación. La deshidratación de frutas en donde se elimina el agua y se mantienen los nutrientes por un largo período de tiempo; los diferentes tipos de conservas como salsas, mermeladas o compotas que añaden algo especial a la cocina durante todo el año; los aliños como el orégano o el laurel que impregnan de sabor a las comidas; las infusiones sanadoras como la menta, la manzanilla, la buganvilia o incluso la ralladura del cuesco de palta; o los congelados como los cubitos de pesto o jugo de limón que entregan esa frescura para cuando lo necesites.

A su vez los fermentados se han posicionado como una muy buena forma de conservar los alimentos. Es por ello que explorar este mundo es una gran alternativa para alimentarse de forma saludable sin desperdiciar nada. Sandor Katz, un erudito en esta materia, comenzó en 1993 dándose cuenta de que los repollos crecían al mismo tiempo que los rábanos y por tanto necesitaba algo natural para conservarlos: es así cómo llegó al chukrut, uno de los tantos fermentados que existen. Es por ello que Katz indica que “la fermentación es un camino para conseguir conectarnos más con el medio ambiente y con el mundo natural que nos rodea” siendo esto lo que al parecer nos falta como humanidad para alcanzar la sustentabilidad y sostenibilidad que necesitamos.

Como ya vimos, las cifras en torno al desperdicio de alimentos son alarmantes. El 40% de los alimentos que se cultivan nunca se comen según la organización “Driven to Waste”, provocando de esta forma que sean parte de los Gases de Efecto Invernadero que están devastando al planeta si es que no se realizan procesos de compostaje correctos. Si nosotros como consumidores reflexionáramos ante ello, entonces claramente cambiaríamos el futuro con una producción responsable alineada a un consumo consciente. ¿Es esto posible?

Según Humberto Maturana, los seres humanos somos seres emocionales con la capacidad de razonar. Y al parecer esto es completamente real. Mientras no nos afecte emocionalmente este tremendo problema al cual nos enfrentamos, no cambiaremos esas cifras que afectan a gran parte del planeta. Afortunadamente existen diversas organizaciones que hace tiempo están trabajando en esto y nos pueden ayudar a abrir los ojos. Aprovechemos las ventajas de las redes sociales para compartir, educar e inspirar todas las buenas prácticas y seamos actores principales para lograr de una vez por todas que nuestro ecosistema se equilibre completamente, entregándole alimentos a todos y minimizando sus residuos.

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